Desde una perspectiva ecológico-sistémica, el barrio o la zona en la que los y las adolescentes residen es un contexto muy importante para su desarrollo. Los chicos y chicas adolescentes, especialmente los más pequeños, tienen una movilidad limitada en comparación con la población adulta. Debido a ello, tanto los centros educativos a los que acuden, como la gran mayoría de las relaciones sociales que establecen, se producen en el área donde residen. Por lo tanto, el análisis del desarrollo de los chicos y chicas adolescentes debe realizarse, además de prestando atención a sus contextos más cercanos o microsistemas, incluyendo otros sistemas sociales en los que dichos microsistemas se encuentran inmersos. Los vecindarios pueden aportar a los chicos y chicas adolescentes oportunidades para establecer redes de apoyo y para desarrollar su ocio que, a su vez, tienen una influencia positiva en sus estilos de vida y su salud. Por el contrario, las zonas residenciales también pueden constituir un ambiente estresante que influirá de forma negativa en la conducta y el bienestar adolescente.